Los productos, ya sean físicos o digitales, siguen un proceso que abarca desde su concepción inicial hasta su retirada del mercado. A todo este plazo de tiempo entre estos dos momentos se le conoce como el ciclo de vida de un producto. Consta de diversas fases y entender cada una de ellas permite a las empresas hacer un análisis interno y mejorar las diferentes estrategias que se empleen. En este artículo, te contamos cuáles son y qué herramientas hay disponibles para gestionarlo.
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El ciclo de vida de un producto es el proceso que estos, ya sean físicos o digitales, pasan desde el momento en que se desarrollan y se lanzan al mercado y están disponible para el público, hasta que son finalmente retirados de aquel. Dicho ciclo está formado por diferentes fases. Si bien a veces se llegan a distinguir hasta seis, por lo general se habla de solo cuatro. Estas fases son: introducción, crecimiento, madurez y declive.
En el caso de los productos digitales, algunos son capaces de prolongar su etapa de madurez durante un tiempo relativamente largo en comparación con los físicos. No obstante, tarde o temprano, a todos les llega el declive. Los motivos que llevan a esta etapa final son múltiples, y van desde un aumento de la competencia hasta la obsolescencia pura.
El análisis PLC, o del ciclo de vida de un producto, se utiliza para crear estrategias que puedan prolongarlo o para identificar cuándo se debe modificar para adaptarse a las nuevas necesidades del mercado y así satisfacer a la demanda. Para los productos digitales, esta última es extremadamente volátil, ya que varía en función de los avances tecnológicos.
Las fases del ciclo de vida de un producto por las que todos van a pasar son las siguientes:
La fase de desarrollo comienza por la investigación del mercado, en el que se deben identificar las oportunidades que hay y que no están siendo aprovechadas. En función de las necesidades que no se estén satisfaciendo, la empresa debe analizar cómo puede crear un producto con sus capacidades y recursos que sí pueda hacerlo.
Aquí se inicia el desarrollo propiamente dicho. Se crea mediante el prueba y error y se va personalizando hasta adaptarlo al máximo a lo que los consumidores necesitan. Después, llegará el lanzamiento inicial al mercado. Aquí se apostará también por estrategias de marketing y de promoción. Después, se debe analizar la reacción del público para valorar si los resultados son los esperados o si es necesario introducir cambios.
En esta fase de desarrollo del ciclo de vida de un producto, los gastos asociados son muy elevados, dado que se trata de la inversión inicial. En cuanto a los objetivos, estos son generar demanda, crear disponibilidad y aprovechar la popularidad.
Durante la fase de crecimiento, el producto es aceptado por los consumidores y estos comienzan a comprarlo. Si la competencia es alta, los costes de marketing y publicidad seguirán siendo elevados, ya que se debe luchar por mantener la visibilidad y la relevancia.
A medida que el producto y sus ventas van creciendo, también se expande el mercado en el que opera. Con el paso del tiempo, se irán introduciendo mejoras, tanto relativas a la calidad y las prestaciones como a la estética o la funcionalidad. Además de para distinguirse de los competidores, porque las necesidades de los consumidores se van moldeando con los avances que se den o los propios cambios que experimenta la sociedad.
La fase de madurez es la tercera del ciclo de vida de un producto. Cuando se alcanza este momento, las ventas ya han alcanzado su punto más alto, y a partir de ahí comienzan a descender. Por lo general, el mercado se ha expandido tanto que se encuentra saturado, lo que dificulta que las ventas se mantengan elevadas.
Los precios en esta etapa tienden a volverse competitivos, por lo que los márgenes de ganancia se reducen. El objetivo principal del marketing en esta fase es defenderse de la competencia, en lugar de promocionar al producto en sí mismo y su atractivo. Para llegar a nuevos segmentos del mercado o nichos que vayan surgiendo, las empresas destinan sus recursos al desarrollo de productos nuevos o modificados.
La fase de declive es la última del ciclo de vida de un producto. Aunque las empresas dediquen sus recursos a prolongar la fase de madurez el mayor tiempo posible, la llegada de su final es inevitable para prácticamente todos los productos que entran en el mercado.
No obstante, dado que las ventas del producto han caído ya de forma significativa por la competencia y los cambios en el comportamiento de los consumidores, la decisión resulta en parte beneficiosa. Las ventas pueden no ser suficientes ya para cubrir los costes de producción, y este ahorro se puede destinar a la fase de investigación de productos nuevos.
La única alternativa es el rediseño para seguir siendo relevantes o la personalización del producto. Por ejemplo, productos como las máquinas de escribir, ya casi han desaparecido, salvo en mercados de segunda mano o entre coleccionistas.
Un ejemplo actual de ciclo de vida de un producto digital es el de una aplicación o un juego nuevo. Cuando una App se introduce en el mercado, y siempre que los estudios correspondientes se hayan realizado de manera adecuada, la demanda del producto y sus beneficios asociados aumentarán.
Un ejemplo del ciclo de vida de un producto es el juego Wordle, que se ha puesto de moda hace relativamente poco y del que se ha diseñado una versión para los aficionados al ciclismo. Todavía hoy se encuentra entrando en su fase crecimiento. Aunque ha ganado una gran popularidad y ha experimentado un rápido crecimiento desde su lanzamiento, todavía está estableciendo su presencia en el mercado y atrayendo a nuevos usuarios.
En función de cómo continúe evolucionando y manteniendo su base de usuarios, podría moverse hacia la fase de madurez en el futuro. A partir de ahí comenzará el declive del juego y la empresa que lo lanzó deberá sorprender al mercado, bien con nuevas funcionalidades en el propio juego o bien con uno nuevo. En este caso, Wordle saldrá del mercado.
Para gestionar el ciclo de vida de un producto, proceso que se conoce como Product Lifecycle Management (PLM), existen diferentes software. Con estas plataformas centralizadas, el Digital Product Manager o la persona responsable del proyecto puede gestionar todos los datos y procesos de cada una de las fases que pasan sus productos. Los cinco software PLM más populares son los siguientes:
Teamcenter es una solución PLM líder en la industria gracias a su plataforma integral. Permite a las empresas colaborar en el diseño, la fabricación y el mantenimiento de productos. Sus ventajas son la optimización del tiempo de comercialización y la reducción de los costes.
ENOVIA es una plataforma de gestión del ciclo de vida del producto desarrollada por Dassault Systèmes. Cuenta con herramientas que se centran en la planificación, el diseño, la simulación y la colaboración en todas las etapas del ciclo de vida del producto. Además de facilitar la innovación, se mejora la eficiencia operativa.
Windchill es una solución PLM de PTC. Ayuda a las empresas a gestionar de manera efectiva todos los aspectos del ciclo de vida del producto; desde el diseño hasta la retirada del mercado. Tiene capacidades de gestión de datos, colaboración en equipo y control de cambios.
SAP PLM es una suite de software con funcionalidades para la gestión de datos del producto, la planificación de procesos, la colaboración en equipo y la gestión de la cadena de suministro. Las empresas mejoran su eficiencia y la calidad de sus productos. Se utiliza en diferentes industrias para optimizar la gestión de productos y el desarrollo de proyectos.
Oracle Agile PLM es una solución integral que abarca todas las fases del ciclo de vida del producto. Ofrece funcionalidades avanzadas para la gestión de datos, el control de cambios, la colaboración en equipo y el cumplimiento normativo. Las empresas pueden maximizar el valor de sus productos y minimizar los riesgos asociados.