El crecimiento de una empresa se puede conseguir de múltiples formas. Algunas de estas estrategias empresariales son más conocidas que otras, y hoy, queremos hablar de una de las que no resultan tan familiares: la salida a bolsa.
La salida a bolsa de una empresa, también conocida como oferta pública inicial (OPI), es cuando una empresa privada ofrece por primera vez la oportunidad de comprar sus acciones en la bolsa de valores para recaudar capital, permitiendo a los inversionistas adquirir una parte de la empresa y beneficiarse de su éxito financiero futuro. Un ejemplo muy conocido fue el de Google, que en 2004 salió a bolsa e ingresó más de 4 mil millones de dólares.
Este proceso es una estrategia de crecimiento, y supone una transición destacable en la trayectoria de una empresa, puesto que pasa a convertirse en una entidad pública que está sujeta a una serie de regulaciones y de requisitos específicos sobre divulgación y transparencia. El desarrollo de la inteligencia financiera ha hecho que estas estrategias sean más habituales. Por ejemplo, para startups, ya que además de rápida financiación, obtienen visibilidad.
Existen dos tipos de salida a bolsa, y que son los siguientes:
En la Oferta Pública de Venta (OPV), quienes son propietarios de la empresa, ya sean fundadores, inversores o equivalentes, venden todas o parte de sus acciones al público. El precio de estas se establece después de hacer una valoración de la empresa. Pero en cualquier caso, no es dinero nuevo que contribuya a la expansión, sino que la inversión existente se convierte en dinero contante para conseguir liquidez.
En la Oferta Pública de Suscripción (OPS), las acciones que se emiten para su venta al público son nuevas. El dinero que se obtiene de ellas va a la empresa y no a los accionistas existentes. El objetivo es conseguir fondos que financien el crecimiento de la organización, sea cual sea la estrategia concreta a llevar a cabo. El precio de la acción también se marca tras una valoración del negocio.
Preparar la salida a bolsa implica seguir una serie de pasos que requieren de una planificación exhaustiva y de la colaboración de varios agentes:
1. Formulación del equity story. Esta herramienta muestra la rentabilidad y la realidad financiera actual de una empresa, así como su modelo de negocio, objetivos, estrategias y ventajas competitivas. A partir de este, se desarrolla una propuesta de inversión atractiva, que se basará en un plan de negocio con hitos, objetivos y palancas.
2. Órganos de gobierno corporativo. Para defender los intereses de los diferentes inversores, con independencia de su capacidad financiera, debe existir un gobierno en funcionamiento, que definirá también las responsabilidades del consejo.
3. Apoyo externo de expertos. El proceso de salida a bolsa nunca se da por finalizado; siempre se debe hacer una nueva valoración del equity story o la estructuración de la oferta. Para ello, se necesitan auditores, abogados y bancos de inversión.
4. Definición de la oferta. Su estructura debe ir acorde con el plan de la empresa, pero también ajustarse al tipo de inversor al que se dirigen las acciones. Habrá que determinar un precio que garantice la liquidez cuando coticen.
5. Seguimiento de los mercados. La salida a bolsa no se produce una vez que se han completado los plazos anteriores. Por el contrario, se estudian los mercados durante meses para elegir el momento adecuado.
6. Establecimiento del precio. Una vez que se inicia la operación, los agentes de apoyo, como inversores y analistas, determinarán cuál es el precio adecuado para comprar y vender acciones.
La cotización en bolsa ofrece una serie de ventajas significativas para las empresas que apuestan por esta estrategia, como las que te dejamos a continuación:
- Acceso a capital. La salida a bolsa proporciona a la empresa acceso a múltiples inversores y a la capacidad de recaudar el capital necesario con el que luego financiar su crecimiento y expansión en el mercado.
- Liquidez. Cuando se empieza a cotizar en bolsa, las acciones de la empresa se vuelven líquidas. Es decir, que se facilita la compra y la venta de las participaciones a los accionistas, según sea necesario y en función de cómo evolucionen los mercados.
- Visibilidad y prestigio. Además de la obtención de liquidez y financiación, la salida en bolsa también consigue aumentar la visibilidad y el prestigio de la empresa. Por tanto, puede atraer a nuevos clientes o socios comerciales.
- Valoración transparente. La cotización en bolsa proporciona una valoración transparente de la empresa, ya que el precio de sus acciones se determina en función de la oferta y la demanda en el mercado.
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