La presencia de las mujeres en tecnología es un tema crucial. No solo aborda cuestiones de igualdad de género, sino también la necesidad de diversidad en sectores que son clave porque modelan nuestro futuro. Este artículo se adentra en la actual situación de las mujeres en el ámbito de la ciencia, la tecnología y la política.
Si bien el alumnado de nuestros programas muestra un equilibrio saludable de géneros, sobre todo en casos punteros como el de Business Intelligence y Data Managemet,no es esto lo que ocurre en todos los sectores.
La Unión Europea afirmaba ya en 2020 que en dos años el 45% de los empleos estarían relacionados con el entorno digital. Sin embargo, hace años que el porcentaje de mujeres que ocupa posiciones en esa área se mantiene estancado en el 30%. Este hecho es consecuencia clara de la realidad que se vive en la universidad, donde encontramos el 30% de mujeres en los grados de tecnología.
Desde que las niñas y niños son muy jóvenes la sociedad tiene una responsabilidad en cómo les educamos y en los juguetes, ropa y libros que les regalamos. La brecha de género empieza allí y por eso debemos ser neutros en la educación de las niñas y niños.
Los cuentos de princesas Disney antes de acostarse son encantadores, pero también es nuestra responsabilidad mostrar a las nuevas generaciones los casos de mujeres influyentes en el mundo de la tecnología, que no han cesado de luchar por los derechos de la mujer. Debemos explicar quién fue Ada Lovelace, la primera programadora de la historia, Shirley Ann Jackson, desarrolladora del fax y la fibra óptica, o Ángela Ruiz Robles, precursora del ebook, entre otras muchas referentes en tecnología.
¡Pero no todo son noticias pesimistas! La brecha salarial de las mujeres en tecnología es inferior a la de otros sectores; un 8,9% frente al 14,2%. Las mujeres ganan un 3,1% más de lo que ganarían en cualquier otro sector en un puesto similar.
Según el informe Científicas en cifras 2023, en 2021, en España había 249.474 personas dedicadas a la investigación y el desarrollo (I+D) en puestos de trabajo equivalentes a jornada completa. Poniendo este número en perspectiva, es como si una pequeña ciudad estuviera completamente poblada por científicos y tecnólogos. De este vibrante ecosistema, el 40,5% eran mujeres, lo que se traduce en aproximadamente 101.000 mujeres influyentes contribuyendo a la sociedad y al avance del conocimiento.
Aunque esta cifra puede parecer alentadora, un vistazo a los datos del año anterior revela una imagen un poco más compleja. En 2020, las mujeres representaban el 40,7% del personal en I+D. A pesar del aumento en el número absoluto de mujeres en el campo (de 94.386 en 2020 a 101.031 en 2021), la proporción de mujeres en realidad disminuyó ligeramente. Esto es una señal de que, aunque se están haciendo avances, la igualdad de género en ciencia y tecnología en España es todavía un objetivo en progreso.
En cuanto a dónde encontrar a estas mujeres científicas, la mayoría de ellas trabajan en la Administración Pública y en la Enseñanza Superior, incluidas las escuelas de negocios. De hecho, es en la Administración Pública donde las mujeres están mejor representadas, constituyendo un 54% del empleo total en este sector. A nivel de la Unión Europea, España se sitúa en una posición bastante respetable, ocupando el octavo lugar en términos de representación femenina en el ámbito de la I+D.
En España el equipo liderado por Nuria Oliver, ingeniera en telecomunicaciones y doctora por el Media Lab del Instituto Tecnológico de Massachusetts, ganó el desafío mundial (dotado con 500.000 dólares) de Inteligencia Artificial para reactivar la economía post-COVID. Con toda probabilidad, Oliver conoce las ventajas del smart working, entre otras cosas.
Lo que debemos tener en cuenta es que el de Nuria Oliver no es un caso aislado. La forma en la que el sistema patriarcal analiza y ofrece la información está sesgada. Se procura que cada logro alcanzado por una mujer se perciba como una excepción. Sin embargo, Oliver no está sola. Sheryl Sandberg, directora de operaciones de Facebook, ha sido una vanguardista en abogar por una mayor inclusión de las mujeres en los ámbitos empresarial y tecnológico. Sandberg comparte este escenario con Ginni Rometty, quien hizo historia al convertirse en la primera mujer en liderar IBM. Entre sus logros está haber dado un giro a la empresa hacia los avances tecnológicos como la inteligencia artificial y la computación en la nube.
En la misma línea, Susan Wojcicki, la CEO de YouTube, ha sido una figura clave en Google desde sus primeros días. Sus mayores contribuciones están relacionadas con el desarrollo de productos como Google Ads y Google Analytics. Completando este grupo de mujeres líderes en tecnología, tenemos a Reshma Saujani. Se trata de la fundadora de Girls Who Code, una organización que busca no solo cerrar la brecha de género en la tecnología, sino también cambiar la percepción cultural de lo que significa dedicarse a la programación.
Sin estas y otras muchas mujeres no se habría avanzado ni un ápice en cuestiones como la gestión del conocimiento en las empresas, algo que ha pasado de ser vertical a horizontal.
Es vital reconocer que en la comunidad científica hay centenares de mujeres ingenieras e influyentes. Del mismo modo debemos dar su espacio a aquellas que innovaron en ciencia y tecnología en el pasado; cuando el único lugar de la mujer era, en teoría, el ámbito doméstico.
En los albores de la computación, figuras como Ada Lovelace y Grace Hopper dejaron una huella indeleble. Lovelace, considerada la primera programadora de la historia, colaboró con Charles Babbage en su “máquina analítica”. Fue la primera en vislumbrar que una máquina de este tipo podría usarse para algo más que simples cálculos numéricos. Fue ella quien pensó que podría crear cualquier tipo de contenido, incluidos arte y música. Por otro lado, Grace Hopper, una de las programadoras iniciales del Harvard Mark I. Y no solo contribuyó al desarrollo del primer gran ordenador, sino que también creó el primer compilador y popularizó el término “debugging” en informática.
Hedy Lamarr y Anita Borg representan otro tipo de mujeres influyentes en el mundo tecnológico. Lamarr, conocida principalmente como actriz, co-desarrolló una tecnología que sirvió de base para lo que hoy conocemos como Wi-Fi y el Bluetooth. Anita Borg, por su parte, fue una pionera en fomentar la comunidad de mujeres en tecnología; fundó Systers, una comunidad en línea para mujeres en el campo de la informática, y co-fundó la Grace Hopper Celebration of Women in Computing. Estas mujeres, cada una a su manera, han abierto puertas y creado oportunidades para generaciones futuras en el campo de la tecnología.
Los países gobernados por líderes (fijaos que no utilizo el sustantivo “mujeres”) como la alemana Angela Merkel, la neozelandesa Jacinda Ardern, la danesa Mette Frederiksen, la taiwanesa Tsai Ing-wen y la finlandesa Sanna Marin, tuvieron resultados de Covid-19 “sistemática y significativamente mejores”. Así lo muestra una investigación del Foro Económico Mundial. Estos países tuvieron una tasa mayor de éxito, bloqueando antes los primeros casos y sufriendo la mitad de muertes, en promedio, en relación con otros países liderados por hombres. Pese a esto, aún nos queda una ardua tarea por delante.
Sin embargo, aunque estos ejemplos son alentadores, es fundamental reconocer que la igualdad de género en posiciones de liderazgo está lejos de haberse alcanzado. Y esto vale tanto en la política como en el ámbito corporativo. Actualmente, la brecha de género persiste en muchos sectores y niveles de poder. Por ejemplo, en el mundo empresarial, líderes como Carlota Pi en HolaLuz y Emma Walmsley en GlaxoSmithKline son más la excepción que la norma.
Las estadísticas sobre la representación de género en las juntas directivas y puestos ejecutivos en todo el mundo aún muestran una gran desigualdad. Además, a nivel político, el número de mujeres en cargos de alta responsabilidad en gobiernos y parlamentos también es significativamente bajo en comparación con sus contrapartes masculinas. Esta desigualdad no es solo un problema de representación. Al contrario, también tiene implicaciones prácticas, ya que una diversidad de perspectivas suele llevar a decisiones más equilibradas y eficaces.
En resumen, aunque hemos visto ejemplos de liderazgo femenino excepcional, especialmente en tiempos de crisis. Sin embargo, la lucha por la igualdad de género en posiciones de poder está lejos de haber terminado.