Aunque se suele decir que el dinero no da la felicidad, los últimos estudios al respecto revelan lo contrario. Y es que vivimos en una sociedad en la que los precios no dejan de subir y llegar a fin de mes se convierte en todo un reto. Para conseguirlo sin tener que hacer malabares, existe la inteligencia financiera. Esta consiste en adquirir conocimientos sobre el funcionamiento de la economía, de cara a tomar decisiones acertadas que favorezcan las finanzas personales.
Son muchas las empresas financieras que actualmente han decidido apostar en su transformación digital y pueden ser claves para el entrenamiento en inteligencia financiera. Un ejemplo de ello son las Fintech, quienes cada vez precisan de perfiles más especializados en sus plantillas.
Se llama inteligencia financiera a los conocimientos que nos permiten solventar los problemas que surjan alrededor de nuestras finanzas. Existen tres puntos clave para el desarrollo de este tipo de inteligencia:
Cuando se tienen estos conocimientos, se consigue comprender y gestionar de forma eficaz todos aquellos asuntos que estén relacionados con el dinero, como las finanzas personales o las empresariales. Pero además del conocimiento, implica también habilidades y actitudes que permitan tomar decisiones financieras informadas y estratégicas.
Contar con inteligencia financiera, nos ayuda a presupuestar, invertir, ahorrar y endeudarnos de manera consciente y planificada. Con ello, se posibilita la maximización de los recursos disponibles y se minimizan los riesgos financieros.
Además, existe otro término, la inteligencia emocional financiera. Esta es la que implica a nuestras emociones en las decisiones que tomamos en torno a las finanzas. Este hecho tiene su propia rama de estudio dentro de la neurociencia y afecta directamente a nuestra relación con el dinero.
Estas son algunas de las cuestiones que rodean a este tipo de inteligencia:
Para la correcta gestión de la inteligencia emocional financiera, hay que tener en cuenta una serie de factores:
Mejorar la inteligencia financiera es un paso fundamental para fortalecer la salud de las finanzas personales. Como hemos indicado, esta habilidad proporciona una base sólida para la toma de decisiones que sean acertadas y fundamentadas en el perfil económico de cada persona.
Cuando se comprende cómo funcionan los conceptos financieros y su relación con los objetivos y valores personales, es posible planificar con confianza y control. La inteligencia financiera no solo permite gestionar los recursos propios, sino que también incrementa la tolerancia ante situaciones desafiantes, en las que se tendrá una mayor calma y claridad mental.
Al mismo tiempo, la comprensión de las oportunidades y los riesgos involucrados en las decisiones monetarias, permite evitar sorpresas desagradables, pero también aprovechar todo el potencial de crecimiento del patrimonio. En última instancia, mejorar la inteligencia financiera equivale a una relación más saludable y consciente con el dinero, que conduce a una mayor estabilidad, tranquilidad y capacidad para alcanzar las metas financieras a largo plazo.
Para poder meternos de lleno en cómo desarrollar nuestra inteligencia financiera debemos tener en cuenta varios puntos importantes y ver cómo podemos educarlos para conseguir llegar a nuestra meta. Es relevante que seamos capaces de concienciarnos con respecto al dinero, darle el valor que realmente tiene y saber que para ganar cada euro que tienes en el banco has debido trabajar muy duro, no debes desperdiciarlo.
Antes de comenzar con algunos puntos cruciales a tener en cuenta, puedes analizar a qué tipo de perfil financiero perteneces. Según la teoría del experto en finanzas personales, Ken Honda, existen estos tipos de personalidades:
Si consigues identificarte con alguno de ellos, te resultará más sencillo trabajar en estos puntos de desarrollo para poder adquirir la inteligencia financiera que precisas. Pero además, existen algunos consejos útiles que puedes seguir para mejorar tus habilidades. Son los siguientes:
Antes de nada, debes comenzar con un análisis de tus condiciones económicas. De esta forma puedes ser consciente de la realidad de tus ingresos y tus gastos, confirmar si tienes o no capacidad de ahorro y ver si estamos recibiendo todo el dinero del que precisamos o lo desperdiciamos en compras que no tienen sentido.
Conseguir hacer un registro de tus ingresos y tus gastos puede ser una gran idea a la hora de sanear nuestras finanzas y adquirir herramientas para mejorar nuestra inteligencia financiera. Organizar y ver cómo entra y sale el dinero de nuestras cuentas nos ayudará a gestionar mucho mejor nuestro dinero.
Una buena idea es planificar los gastos y los ahorros. Poco a poco verás cómo eres más consciente de todo lo que puede ser superfluo y de lo que es realmente necesario, tus cuentas irán creciendo.
Es muy tentador contar con ayudas que te permitan hacerte de una forma más fácil con lo que quieres o necesitas, sin embargo, la idea principal de la inteligencia financiera es la de ayudarte a tener tu propia libertad, contar con ahorros suficientes para el futuro. Si ahora pasas el día pagando intereses, no podrás contar con el dinero suficiente en tu cuenta para cuando de verdad lo necesites.
Es interesante que pongas a trabajar tu dinero para que rinda. No apuestes por un solo sitio y diversifica. Puedes invertir en bolsa, en fondos de inversión, en planes de pensiones, etc. Te recomendamos también que prestes atención a la innovación financiera, ya que incluye, entre otros conceptos, nuevas formas de financiación.
Crear y mantener un presupuesto empieza con la evaluación de los ingresos y gastos mensuales. Después, hay que definir categorías claras para estos últimos, como vivienda, alimentación, transporte y entretenimiento, y establecer límites realistas en cada una. Ajustarse a ese presupuesto permite tener un control más efectivo sobre los gastos e identificar áreas donde se puedan introducir ajustes que incrementen el ahorro.
Dedicar tiempo a la educación sobre conceptos financieros es una inversión valiosa, puesto que siempre hay términos que se pueden escapar a la comprensión, como open banking, Fintech o cash-flow. Leer libros, asistir a seminarios o realizar cursos en línea son algunas opciones. Entender los términos y estrategias facilita la toma decisiones más informadas y se obtiene la confianza necesaria para abordar temas complejos.
Mantener la visión a largo plazo es esencial. Establece metas financieras claras, como ahorrar para la jubilación, comprar una vivienda o pagar la educación de los hijos. Investiga y elige opciones de inversión que se alineen con tus objetivos y evita tomar acciones impulsivas que puedan afectar negativamente a estas metas a largo plazo. Recuerda revisar y ajustar tu plan periódicamente para adaptarlo a los cambios económicos y personales.
La inteligencia financiera es esencial para tomar decisiones sólidas en las finanzas personales. Sin embargo, para una comprensión más profunda, especialmente en la perspectiva de trabajar en el sector financiero, la formación profesional es clave. La educación en finanzas proporciona las herramientas necesarias para navegar por un mundo económico complejo y en constante cambio, por lo que la especialización es esencial para tener éxito en el mundo financiero actual.