La inteligencia artificial ya se ha hecho un hueco en nuestras vidas. Tal y como lo hicieron hace algunos años Internet y la transformación digital. Sin embargo, los avances actuales se dan a pasos agigantados y abarcan ya multitud de sectores. Hoy veremos la relación entre la robótica e IA, con sus diferencias y aplicaciones.
Pero dado que es un tema de actualidad y un campo en plena expansión que ni siquiera sabemos hacia dónde nos llevará, es el momento de prepararse con una formación completa y especializada. Como el Máster en Marketing Digital e Inteligencia Artificial que ofrecemos en Inesdi.
La robótica e IA son dos campos que, aunque han tenido trayectorias independientes, están destinados a converger. La robótica se centra en el desarrollo de máquinas que son capaces de ejecutar tareas físicas que están automatizadas. En el caso de la inteligencia artificial, se centra en dar a esas máquinas capacidades de razonamiento y aprendizaje, como las que tenemos los humanos.
Esta relación entre ambas disciplinas ha dado lugar a sistemas que son capaces de realizar tareas cada vez más complejas de manera autónoma. Se trata de robótica inteligente y es el comienzo de una nueva era tecnológica.
La robótica, como ciencia, tiene sus raíces en la creación de dispositivos mecánicos capaces de automatizar procesos. Ha sido un factor clave dentro de la revolución industrial moderna, ya que sus avances han sido constantes desde que surgieron los primeros brazos robóticos que se usaban en las fábricas para ensamblar productos.
Hoy en día, los robots se usan en otros ámbitos que van más allá de la industria. Por ejemplo, sus aplicaciones se extienden a la medicina, donde las máquinas asistidas ayudan a realizar operaciones quirúrgicas. También en la exploración espacial, en la que se utilizan robots para explorar terrenos a los que no podemos acceder como humanos.
Estos robots se caracterizan por su capacidad para interactuar con su entorno mediante sensores. Pero también por medio de la programación, que permite realizar tareas repetitivas o complejas. Además, algunos de ellos pueden ser semiautónomos o completamente autónomos. Y ahora, en la combinación de robótica e IA, estos sistemas pueden aprender y adaptarse a nuevas situaciones. Por tanto, su eficacia en tareas asignadas mejora.
La inteligencia artificial es una rama de la informática que se ocupa de crear sistemas que simulan el comportamiento inteligente humano. Comenzó a desarrollarse en los años 50, cuando diferentes científicos y matemáticos empezaron a explorar la posibilidad de diseñar máquinas que pudieran tomar decisiones, resolver problemas o aprender de manera similar a los seres humanos.
La IA se caracteriza por su capacidad de procesar grandes volúmenes de datos y extraer patrones de comportamiento. Este aprendizaje automático o machine learning ha permitido que muchas de las tecnologías que usamos hoy en día, como las recomendaciones en plataformas de comercio electrónico o las búsquedas en motores como Google, sean posibles.
Sin embargo, la IA débil, como se la denomina, sigue enfocada en tareas específicas, a diferencia de la IA general. Esta se encuentra todavía en desarrollo y busca replicar la totalidad de las capacidades cognitivas humanas.
A pesar de que solemos asociar la inteligencia artificial con robots, esta sería en realidad la fusión de robótica e IA. Esta combinación implicaría que las máquinas podrían tomar decisiones de forma autónoma, sin la participación de los seres humanos.
Robótica e IA son dos campos distintos, pero complementarios. La diferencia principal es que la robótica se centra en el desarrollo de máquinas físicas que son capaces de realizar tareas automatizadas. Pero la IA lo hace en crear software que permite a esas máquinas aprender, adaptarse y tomar decisiones de forma autónoma.
Podemos decir, entonces, que es la inteligencia lo que establece esa diferencia entre robótica e IA. Esta última se dedica a imitar la inteligencia humana mediante algoritmos y frameworks, que van mejorando a los sistemas progresivamente. Los robots, como siempre hemos sabido, siguen instrucciones preprogramadas o responden a ciertos estímulos. Por tanto, carecen de inteligencia porque dependen de los sistemas de IA que los controlan.
De cara al futuro, la robótica evolucionará hacia máquinas que puedan realizar tareas más complejas y que puedan adaptarse a su entorno. Además, gracias a la IA, los robots serán más autónomos y serán capaces de operar en campos poco predecibles, como fábricas, hospitales o zonas afectadas por desastres de diversa índole.
Por ejemplo, en la industria 5.0, los robots asumirán tareas peligrosas o monótonas para liberar a los humanos de ellas, que se dedicarán a áreas más complejas o creativas. En la robótica asistencial o la salud, la robótica dará asistencia a personas mayores, con enfermedades o discapacidad, y seguirán participando en operaciones quirúrgicas. Otra aplicación es la exploración espacial, donde aumentará el éxito de las misiones porque se podrán tomar decisiones en entornos desconocidos con autonomía.
En cuanto a la IA, el objetivo es replicar completamente las capacidades cognitivas humanas. De este modo, se mejorará la toma de decisiones en áreas como medicina, educación o finanzas; los sistemas entenderán y razonarán conceptos abstractos y se automatizará el conocimiento a áreas como la creación artística, el desarrollo de software o la formulación de teorías científicas.
La robótica e IA combinadas tienen el potencial de revolucionar varias industrias con la llegada de soluciones más eficientes, flexibles y autónomas. Uno de los ejemplos más representativos de esta sinergia son los cobots o robots colaborativos, que están diseñados para trabajar junto a los seres humanos. Sus ventajas son una mejora en la productividad y en la seguridad en el lugar de trabajo.
Los cobots, gracias a la IA, tienen la capacidad de:
Pero además de los cobots, hay otros ejemplos de colaboración entre robótica e IA:
La convergencia entre la robótica y la inteligencia artificial representa el siguiente gran paso en la evolución tecnológica, y está transformando industrias al crear sistemas más autónomos y eficientes. Por ello, prepararse con una formación especializada será clave para aprovechar las oportunidades que esta tecnología ofrece.