La Inteligencia Artificial es la ciencia que se encarga de imitar procesos humanos, ejecutándolos y llevándolos a cabo a través de máquinas. Esta ciencia, que comenzó su andadura en 1956, ha supuesto un cambio de paradigma modificando muchos de los procesos en sectores tan diversos como el de la salud, el financiero o el tecnológico. Lamentablemente, no todo lo que surge de los grandes avances tecnológicos es positivo. Este es el caso de la manipulación de procesos y el Deep Fake. Una de las últimas pesadillas a las que deben enfrentarse los Digital Project Managers.
El Deep Fake es una técnica, utilizada en cine y televisión principalmente, que permite la edición de videos cuyo resultado final debe considerarse falso, pues en su realización se han sustituido imágenes reales por otras que no lo son.
El origen del término DeepFake viene del acrónimo procedente de la lengua inglesa, concretamente de la composición de los términos Deep Learning (aprendizaje profundo) y Fake (falso). Esta técnica funciona gracias a los algoritmos conocidos como RGAs, mediante el cual se presentan dos modelos considerados antagónicos pertenecientes al Aprendizaje Automático.
El primer modelo de este aprendizaje automático se nutre de datos de fotografías o vídeos y, a partir de ellas, genera vídeos o imágenes falsas. El segundo modelo se encarga de detectar cuáles de las imágenes o vídeos creados por el primero son falsos. El ciclo se repite hasta que el primer modelo crea una imagen tan real que resulta indetectable por el segundo modelo.
Veamos un ejemplo que involucra celebrities y Deep Fake: en este caso, el actor Jim Carrey está suplantando a Jack Nicholson en una escena de la película The Shining.
Desde la publicación de los primeros vídeos virales de Deep Fake, han aparecido gran cantidad de vídeos manipulados y no siempre con buenas intenciones. En algunos casos se han utilizado imágenes de políticos y se han distorsionado sus discursos, como fue el caso del mandatario de Rusia, Vladimir Putin, o el de la política Nancy Pelosi, aparentemente en estado de embriaguez. También hemos visto ejemplos de Deep Fake con el presidente ejecutivo de Facebook, Mark Zuckerberg, “confesando” la manipulación de información de sus usuarios.
En este sentido, un ejemplo muy conocido ocurrió en 2016 cuando el expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, salía diciendo que «el presidente Trump es un total y completo idiota». Sin embargo, el expresidente jamás pronunció estas palabras, sino que correspondían al experimento de la Universidad de Washington, Synthesizing Obama, con el cual se pretendía demostrar la capacidad de la inteligencia artificial de manipular videos informativos, mediante algoritmos.
Sin embargo, no todos los ejemplos hacen un uso negativo del Deep Fake. Un claro ejemplo aplicado al negocio es, sin duda, la industria del cine. De hecho, encontramos casos destacados del uso de esta técnica en dos escenas de la película Rogue One: una historia de Star Wars, del año 2016. En ellas, la Princesa Leia aparece con la cara de una joven Carrie Fisher, cuando en realidad fue interpretada por la actriz noruega Ingvild Deila.
Lo cierto es que, lejos de la polémica generada y de la necesidad de algún tipo de regulación de estos procesos, el Deep Fake es una técnica muy interesante cuyo estudio y comprensión serán muy beneficiosos.
En una era en la que el uso de las redes sociales y la proliferación de las noticias es tan rápido, el Deep Fake supone una evolución de las Fake News.
Llamamos fake news a contenidos falsos que se difunden como si fueran noticias reales a través de diversos portales. Dichos contenidos se propagan por las redes sociales como si fueran reales con el objetivo de desinformar. Además, las fake news llaman la atención porque suelen estar protagonizadas por instituciones o personajes públicos a los que se atribuyen dichos o hechos controvertidos. Así, las fake news se convierten en polémicas y se viralizan todavía más. Por eso también se emplean en política, para perjudicar al resto de partidos o movimientos ideológicos.
Aunque dichas mentiras se destapan en gran cantidad, lo cierto es que llegan a mucha más gente que los artículos donde se desmienten. Entonces, ¿cómo podemos combatirlas? En realidad, la respuesta es sencilla: solo hay que utilizar el sentido común.
En primer lugar, es muy importante verificar la fuente de información. Las redes sociales son escaparates descomunales que sirven para viralizar este tipo de contenidos. Por ello es recomendable comprobar la información en sitios de noticias de confianza. Y, lo más importante, no difundir el contenido a no ser que se esté 100% seguro de su veracidad.
Los Deep Fake, al igual que han hecho las Fake News, han irrumpido en nuestro entorno virtual como una forma de manipulación que puede llegar a tener un gran impacto en diferentes áreas, como el phishing en redes sociales. A medida que la Inteligencia Artificial avance y que los propulsores de este tipo de contenidos faciliten su creación con aplicaciones user-friendly, la cantidad de Deep Fake y Fake News aumentará.
Probablemente, en un futuro no muy lejano, se establezcan normativas y se restrinja el uso malicioso de la tecnología. Hasta entonces, deberemos reforzar la necesidad de ser más críticos con aquello que leemos y vemos. ¿Sabes de qué artículos no hace falta que te protejas? De los nuestros. Por eso te recomendamos este artículo sobre ciberseguridad y ciberinteligencia.